El Rastro

lunes, 19 de octubre de 2009

“El Rastro” nos propone contemplar como espectadores los renglones torcidos de una historia tantas veces repetida en las sociedades del mundo. Los invitamos a contemplar el desarticulado mundo de formas, sensaciones, emociones, ilusiones y penas, a través del delirante relato de esta mujer.

“El Rastro” pretende originar un diálogo sensorial, afectivo y renovador de juicios, que sugieran al espectador cruzar las fronteras del fenómeno escénico y el discurso que reside en él.



El Rastro
Producción de Acento Escénica

Temporada de Estreno
Pequeña Sala del Teatro Nacional
Jueves 22 (estreno), viernes 23 y sábado 24 de octubre / 6:00 p.m.
Domingo 25 de octubre / 5:00 p.m.
Entrada General $3 / Estudiantes con Carné $2

Escrita y dirigida por
Enrique Valencia

Interpretan
Alejandra Nolasco y Viktorio Godoy

Escenografía/Utilería
Instalación plástica de Ronald Morán
Elaboración: Capitán Roca, Viktorio Godoy y Acento Escénica

Composición y asesoría musical
Mario Piche y Antonio Mirón, de Tiara

Para mayores de 15 años
Duración 1 hora

acentoescenica@yahoo.com

Colectivo Tiara/La Bocha Teatro

lunes, 12 de octubre de 2009

Ésta es una entrevista que respondí con Kike para un reportaje de Marcos Ortiz, de la UCA.

¿Cuándo se crea el grupo Tiara?
Tiara se formó a principios de 1998. Sus miembros originales fueron Edgar Iglesias, Carlos "Kike" Rivas y Guillermo "Memo" Velásquez, tres compañeros de bachillerato que nos reunimos porque teníamos la creciente inquietud de formar una banda. En nuestras primeras presentaciones tocamos covers de Transmetal, Sepultura, Deicide y Amorphis, entre otros, y eventualmente comenzamos a componer nuestras propias canciones, en las que incluiríamos las diferentes influencias que cada uno tenía.

El nombre proviene de los reyes y emperadores persas, quienes usaban una tiara como símbolo de poder y autoridad para dirigirse a su gremio.

Actualmente Tiara está formado por:

Carlos Rivas (guitarrista/vocalista), Mario Piche (tecladista), Suecy Callejas (bailarina), Alejandra Nolasco (actriz/vocalista), Oscar Guardado (actor), Antonio Mirón (bajista) y Guillermo Velásquez (baterista).

¿Cuál fue la motivación para crearlo?
El grupo fue creado por la necesidad de expresarnos a través de la música. Pronto surgió la inquietud por componer música original, inspirada en las bandas de metal que evolucionaron durante la década de los 90. Queríamos presentar algo nuevo y distinto para la escena metalera, experimentar con otros sonidos y ambientes, aparte del death y black metal que era lo que predominaba en esa época. A pesar de nuestras diferencias, todos compartíamos el gusto por el doom metal, un género que no había sido explorado como corriente principal en El Salvador. Poco tiempo después, esto nos llevó a incluir, por primera vez en la escena nacional, una voz femenina dentro de nuestra alineación.

¿De quién fue la idea de formar este proyecto de metal, teatro y danza? 
Mario y Oscar habían discutido la posibilidad de hacer un experimento en el que se combinara el metal y el teatro, para presentar algo novedoso e impactante, un tipo de espectáculo de metal más completo, que fuera literalmente audiovisual.
Después de que Antonio (de Symbolic) se incorporara como bajista permanente, Mario contactó al grupo de Oscar, La Bocha Teatro, para llevar a cabo ese experimento del que habían hablado años atrás. Suecy ofreció su ayuda para la primera presentación que tendríamos, haciendo un performance. Durante el ensayo, ella comenzó a bailar una canción, a improvisar, y todos quedamos tan impresionados que a partir de ese momento la danza se incluyó en nuestro experimento.

La integración del teatro y la danza a las canciones del grupo Tiara, ¿Cuándo se da y cómo?
Al principio, se sugirió que las imágenes reforzaran las diferentes emociones y sentimientos que la música y las letras producían. La única premisa era que el concepto podía ser el mundo onírico, por lo involuntarios y cambiantes que son los sueños, donde las formas y los eventos no siempre tienen una explicación.
Rápidamente descubrimos que si los actores y la bailarina se dejaban llevan por las sensaciones que les producía la música, el resultado era natural, lógico y sumamente expresivo. Durante el proceso, de todas las ideas plasmadas surgió un concepto y un hilo conductor que nos permitiría, primero justificarnos a nosotros mismos todo lo que habíamos creado, para luego presentar el espectáculo como si se tratase de una obra teatral. Esto involucraba considerar aspectos adicionales como iluminación, vestuario y maquillaje, entre otros.

¿Qué los motivó a crear este nuevo proyecto?
La necesidad de experimentar. La curiosidad. El hecho de saber que cada uno compartía esa inquietud por crear algo gratificante e innovador, aportando su talento individual.

¿Saben de algún otro grupo, ya sea nacional o internacional, que ha integrado teatro y danza a la música metal?
Antes nos decíamos que probablemente esto ya se había hecho en otros países, pero un día nos dimos cuenta de que no podíamos pensar en un solo espectáculo que combinara metal, teatro y danza, de esta forma. Hasta la fecha seguimos con la duda.

¿Ha sido complicado la combinación del metal y el teatro y danza?
Afortunadamente, hemos tenido mucha química entre todos los miembros, así que el proceso de creación usualmente es muy espontáneo, en un ambiente muy propositivo, donde todas las ideas cuentan.

A la hora de ensayar, ¿han tenido algún desacuerdo en lo que harán?
Es obvio que en una interacción de personas que se dedican a distintas artes haya diferencias. En nuestro caso, un músico no sabe lo que es ser actor o bailarín, y viceversa. Sin embargo, por eso mismo nos resulta interesante, porque tenemos diferentes percepciones del cómo-podría-ser y eso implica aprendizaje, crecimiento y evolución.

¿Qué dificultades han tenido para proyectar o dar a conocer este proyecto?
La falta de recursos para hacer todo lo que queremos hacer. La falta de espacios adecuados para presentar este espectáculo. La renuencia que hemos percibido en algunos casos por tratarse de algo relacionado al metal. El hecho de que, aparte de pensar en lo que se oye y en lo que se ve, hemos organizado y publicitado la mayoría de eventos por nuestra propia cuenta.

¿Cómo han conseguido las presentaciones?
Tocando puertas. Por una parte, ha sido porque los actores mantienen buenas relaciones con los administradores de teatro; y por otra, porque los organizadores nos han dado el beneficio de la duda, han creído en nuestra propuesta y eventualmente han visto que al público le ha gustado.

¿Alguna institución o persona los ha ayudado a realizar este proyecto o en las presentaciones?
Contamos con el patrocinio de AP-ARTE (Asociación para el arte), gracias a la cual pudimos presentarnos en el Teatro Nacional, como parte del FITU (Festival Internacional de Teatro Universitario). Su presidente, Aquiles Hernández, nos ha apoyado mucho de diferentes maneras, al colectivo y al proyecto de Metal Creciente.
Además, hemos tenido la valiosa ayuda de Cuevas Álvarez, quien tiene una gran sensibilidad por el metal y el teatro y afortunadamente disfruta mucho lo que hacemos. Enrique Valencia (de Acento Escénica) ha compartido su experiencia para el montaje de la presentación. Dinora Álfaro (la otra parte de La Bocha Teatro) nos ha ayudado con la logística y los medios de comunicación; los hermanos Rodas y Paul Quijada como técnicos para todo lo relacionado con el sonido; y otros buenos amigos cercanos y familiares que han contribuido de una u otra forma para que esto sea posible.

¿Cómo surge la idea de crear Metal Creciente?
Fue durante un ensayo, mientras hablábamos de las malas condiciones en las que han tenido que tocar las bandas salvadoreñas, y de cómo esa situación no ha cambiado mucho a lo largo de los años.
La paga es risible, si se compara con todo el esfuerzo que conlleva mantener activa una banda: comprar y mantener buenos instrumentos, hacer el tiempo y el esfuerzo de ensayar periódicamente, desplazarse y cargar todo en los ensayos y en los conciertos, sin mencionar el trabajo que implica componer y ejecutar la música.
Actualmente no hay espacios adecuados para conciertos de metal en que las bandas tengan buen sonido, buena iluminación, buena retribución, seguridad, limpieza, etc. Y de igual manera, espacios en los que el público pueda disfrutar plenamente de un buen espectáculo. Hay mucho talento en este país, muchos buenos músicos metaleros que podrían aumentar increíblemente la calidad de su producto artístico si tuvieran más oportunidades y mejores posibilidades.

¿Qué papel juega La Luna Casa y Arte en este proyecto de apoyo a las bandas de metal nacional?
La Luna nos ha abierto sus puertas para llevar a cabo esta temporada de conciertos. Metal Creciente se concibió como un proyecto de 12 conciertos; por el momento tenemos 5 fechas el último sábado de cada mes, así que depende de la respuesta que éstos tengan para que la temporada se expanda y así el proyecto pueda tener un mayor impacto en la sociedad.
El espacio en La Luna permite llevar a cabo conciertos con buenas condiciones, buen sonido y seguridad. Afortunadamente, hace poco La Luna renovó su equipo de bocinas y también compró un par de buenos sub-buffers, lo que nos da un valor agregado a la calidad de bandas que van a participar.

¿Cuál fue la reacción de La Luna al proponerle el proyecto Metal Creciente?
A Kike Huezo le pareció la idea desde el comienzo, cuando se lo propusimos en junio. Después de nuestra presentación en abril, él nos felicitó y nos ofreció otra fecha, así que tomando ese buen precedente decidimos probar suerte, al proponerle hacer una temporada de conciertos de metal diferentes, para mejorar las condiciones y cambiar mentalidades.

¿Qué los motivó a formar este proyecto de apoyo?
Por todo lo anterior, decidimos tomar la iniciativa de organizar algo por nosotros mismos, en donde el punto de partida fuera mejorar las condiciones que hasta ahora hemos tenido. Así comenzamos a planear y a convocar a las bandas que harían de este proyecto una realidad.

¿Cómo ha sido la experiencia al coordinar este proyecto?
No ha sido fácil, pero definitivamente ha sido muy gratificante. En nuestro caso particular, como agrupación de metal, nunca antes habíamos pegado siquiera un afiche, porque usualmente participábamos en conciertos que alguien más organizaba. Ahora, como colectivo, hemos tenido que pensar en la logística, convocar a las bandas, diseñar afiches, pautar entrevistas, acudir a los medios y todas esas cosas que no sabíamos que involucraba el realizar un concierto.
Éste ha sido un año un tanto frenético, en el buen sentido, porque el colectivo ha logrado mucho en poco tiempo y como individuos hemos crecido, haciendo cosas que ni siquiera sabíamos que podíamos hacer, pues como suele suceder, eso solo se descubre cuando se da el paso del anhelo al intento.

Hablando de sus presentaciones, ¿cómo ha sido la reacción del público?
Ha sido muy positiva. En la primera presentación recibimos comentarios muy favorables. Poco después nos presentamos en el ex-mercado municipal de Chalatenango, donde tuvimos una respuesta muy cálida y respetuosa del público que no paraba de hacer “mosh” con los grupos de black metal que habían tocado antes.
Supongo que al principio el público no sabe qué esperar, pero suele pasar que poco a poco se compenetran en el espectáculo, porque no solo están oyendo un concierto de metal, sino que lo están viendo: no se trata solamente de un repertorio de canciones, se trata de música con una historia y personajes.

¿Creen que al público les ha gustado?
Sí. Hemos recibido muy buenos comentarios de todo tipo de público: desde adolescentes hasta personas de la tercera edad; desde músicos hasta actores y bailarines; desde metaleros de años hasta personas que nunca antes habían asistido a un concierto de metal, etc.
Para el concierto en el Teatro Luis Poma entraron 270 personas (la sala solo tiene 220 butacas). El aplauso tan eufórico que recibimos del público al final fue algo extremadamente conmovedor, emocionante, inspirador.

Al inicio del proyecto de integrar el metal y la representación teatral y danza, ¿Cuáles eran las expectativas y qué objetivos deseaban alcanzar?
Queríamos crear, experimentar, fusionar nuestras artes y darle más expresividad de la que cada una tiene al complementarla con la otra.
Los objetivos han sido los mismos de Metal Creciente: dignificar nuestro arte, concretar un producto bueno, abrir más espacios para el metal salvadoreño (ahora que nos presentamos en dos teatros queremos buscar otros escenarios que no se hayan utilizado antes para tocar metal), ser percibidos como artistas y botar los prejuicios que por tanto tiempo ha tenido el metal, entre otras cosas.

Ahora, ¿cuáles objetivos desean lograr?
Poner en marcha Metal Creciente: demostrar que el talento salvadoreño se merece algo mejor, que las bandas y el público pueden tener algo mejor. Definitivamente nos gustaría que este proyecto, que ahora es parte de la escena metalera, sea una inspiración para artistas de otras ramas, así sean músicos, teatreros o bailarines.
Como colectivo, esperamos seguir presentando “Misterios de Bruma” en diferentes escenarios en lo que resta del año y eso incluye emprender una gira a nivel centroamericano. También trabajar en algo nuevo, otra fusión que nos llene como artistas y que haga sentir intensamente al público.